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Del pleito de Evodio y Astudillo ¿Quién gana?


Editorial/Trasfondo

El mal manejo de la crisis provocada por el asesinato del alcalde de Pungarabato, el perredista Ambrosio Soto Duarte, ha derivado en un enfrentamiento entre el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre y el gobernador Héctor Astudillo Flores, al cual ninguno de ellos quiso llegar, pero que sirve muy bien a quienes quieren desviar la atención del tema toral puesto en la mesa con el asesinato del primer edil: la inseguridad en la entidad y en particular en Acapulco.
Salta a la vista que los ataques lanzados contra el alcalde de Acapulco vienen de los mismos que le recomendaron al gobernador salir a decir a los medios de comunicación que el alcalde de Pungarabato murió por andar en lugares inadecuados en horas inadecuadas, es decir, en otras palabras, por su propia culpa, no por la inseguridad que prevalece en esta parte del país, lo cual en conjunto ocasionó duros señalamientos hacia el titular del ejecutivo estatal, en buena parte de los diarios y noticieros nacionales. Ante ello, al parecer, quienes le aconsejaron mal intentan recomponer las cosas desviando la atención hacia Velázquez Aguirre, aprovechando, insólitamente, el cuestionamiento que éste hizo de la falta de resultados de los operativos de seguridad llevados a cabo, y armando un escenario en el que hacen parecer al edil como enemigo tanto del gobernador como del gobierno federal.
El resultado esperado en el cuarto de guerra estatal es que la discusión política-mediática se vaya por el lado del alcalde de Acapulco y su confrontación con el gobernador y el daño al puerto que ello ocasiona y se olvide el tema central: el asesinato del alcalde (en palabras de Astudillo Flores) mejor cuidado del estado de Guerrero y el agujero descomunal que ello muestra en las acciones para combatir al crimen.
Si bien en el terreno de las comunicaciones parece ir ganando la versión del pleito alcalde-gobernador, en el plano de lo toral, eso mismo no ha permitido destacar lo suficiente la información de las detenciones de importantes personajes ligados al crimen organizado, que no son ya peces chicos, pues se trata ahora de detenciones de los operadores financieros de los grandes carteles que operan en la entidad, aprehensiones que, por cierto, han ocurrido después de que el alcalde de Acapulco señalara la falta de resultados. Su discurso pareciera haber presionado para conseguir esos resultados, pero quizás también haya obligado a apresurarlos y eso conlleva el riesgo de que los expedientes no estén lo suficientemente armados y con ello que los detenidos puedan salir en libertad pronto.
Paradojicamente, el mismo discurso de Evodio criticando falta de resultados, podría haber obligado a sacar a la luz las investigaciones que a la larga si estaban por dar resultados contundentes en el combate a los carteles del estado. Se sacrifica lo importante por lo urgente. Asi parece.
Por otra parte el discurso antievodista soltado desde la secretaría general de gobierno, según apunta un furibundo documento firmado por esa instancia de gobierno circulada en medios, pronto encontró eco en personajes que esperaban la oportunidad de cobrarle agravios al joven edil. Por eso la apresurada reacción de diputados locales priistas y el PVEM y por eso algunos del mismo PRD se dieron prisa por marcar su distancia del alcalde porteño.
Todos, se pusieron a sacar raja política de la ficticia (ficticia porque fue creada para encubrir una crisis mayor, no porque carezca de elementos reales) confrontación Astudillo-Velázquez, y se olvidaron del tema de la inseguridad.
Eso es lo verdaderamente preocupante. Por eso es necesario volver al tema de la inseguridad y, si bien reconocer los resultados, que sí los ha habido sin duda, no desdeñar un replanteamiento, no solo a nivel estatal, sino a nivel nacional y una opción es seguir el ejemplo de Francia, que, como publicó El País, el pasado sábado, aprende a vivir en nuevas condiciones, de blindaje, ante amenazas de ataques terroristas y que en respuesta ha metido a operativos no solo a la Marina y el Ejército, además de su guardia nacional, sino también incluyendo a guardias privadas y cuerpos civiles, para cuidar los puntos neurálgicos del país, en especial los sitios turísticos.
El tema tras el asesinato del alcalde de Pungarabato, insistimos,  no debe ser el fortalecimiento de un enfrentamiento Evodio-Héctor, sino las medidas de seguridad que permitan evitar que otro alcalde o un diputado o un ciudadano cualquiera, pueda volver a caer bajo las balas de los carteles de la droga, ni aún los propios miembros del crimen que según las autoridades se están matando entre sí y cuya vida también debe ser protegida por el Estado.
En ese sentido, tanto el alcalde de Acapulco como el gobernador de Guerrero, deben entender que los ciudadanos tienen esperanza en su pronta reconciliación y en la coordinación entre ellos y la federación, para pasar a una nueva etapa para dar seguridad a los guerrerenses, misma que sin duda debe pasar por la coordinación también con las empresas privadas del ramo y de las diversas facciones de la policía comunitaria.
En Guerrero se quiere seguridad, no pleitos entre los gobernantes. Astudillo y Velázquez deben comprender que con ese pleito, prohijado en alguna oficina de sus asesores, ambos pierden, pero sobre todo, pierde Guerrero y pierde Acapulco.

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