JUAN
LÓPEZ
La libertad de Expresión en México es un
ejercicio pleno. Los periodistas somos hasta infundados cuando de criticar,
exponer y redactar documentos públicos se trata. La libertad en su más amplia
acepción se conquista y se utiliza, de otro modo no tendría sentido dedicarse
al periodismo, si tenemos que retroceder frente a los poderes que alimentan el
silenciamiento.
Mantener ileso el clima social para pensar,
escribir y publicar, no es voluntad caprichosa de ningún funcionario, es un
mandato constitucional que no admite réplicas ni evasivas.
Artículo 6o. La manifestación de las ideas
no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso
de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito, o perturbe
el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos
dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el
Estado.
Este es el ordenamiento suscrito en La
Carta Magna: tajante, determinante, preciso. Si
una autoridad civil o militar, judicial o administrativa lo lesiona,
será castigado por el Estado y por la resolución respectiva que emita el Poder
Judicial, vigilante de su vigencia.
Da grima observar cómo el 7 de junio es
utilizado por frívolos y mendaces para preparar escenarios donde aparecen como
adalides de la libertad de expresión, cuando ésta tiene un siglo que está bien
guarecida por la Ley Fundamental del país; la cual no necesita que pequeños gambusinos -Peñaloza
y otros-, preparen trincheras de batallas que nunca librarán.
Artículo 7o. Es inviolable la libertad de
escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad
puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o
impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el
respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá
secuestrarse la imprenta como instrumento del delito.
Si es tanta la congoja porque la libertad
de expresión sea diáfana y diamantina como la alfarería de la patria suave, por
qué no reclaman que Mario Aburto -el supuesto asesino de Colosio-, y Elba
Esther Gordillo -rehén de la moralina actual-, no gocen de libertad para
hablar, escribir, expresarse en ningún medio, de ninguna forma y por ningún
motivo.
En México hay libertad de expresión
cancelada en estas dos personalidades que purgan cárcel por sus delitos. La
prisión cancela sus derechos políticos, pero uno de los Derechos Humanos que
nunca deben derogarse, es el de la libertad de expresión. Mientras en México se
prive de su libertad a los delincuentes y asesinos y a la vez se les despoje de
comunicarse con la opinión pública y la sociedad, los artículos VI y VII no
tendrán vigencia y no podrá festejarse que somos libertarios, porque nos
desdicen Elba Esther y Mario Aburto, que están sometidos a la incomunicación
que la Constitución prohíbe.
Esto quisiéramos que nos explicara el
diputado Jorge Camacho Peñaloza en sus foros y pamplinas conque deshonra el 7
de junio.
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