Andan
como enloquecidos diríase y, lo que es peor, no les da vergüenza. La
lógica es que, acostumbrados -ya- a vivir como no lo hicieron cuando
fueron pobres y jóvenes, les resulta imposible volver a ser sencillitos.
Ante eso, lo que les dicta su ambicioso proceder es, ir por todo. Sí,
por todo lo posible, pasando sobre los demás incluso. Vulgarmente
hablando si usted me lo permite, valiéndoles madres que se les señale de
carroñeros porque, de otra forma, se quedan "fuera del presupuesto" y
entonces deben buscar trabajo, empleo. Y tal cosa les resulta muy
difícil porque a trabajar no están acostumbrados. No propiamente. Eso
parece, eso se infiere por lo que ocurre. Un trabajo, un empleo, por
intermedio o modesto que sea, tiene su grado de dificultad y exige
preparación, entrega, disciplina. También capacidades de parte de
quienes quieren ocuparlo. Pero ellos sólo saben de grilla, de anarquía,
de imposiciones, de gritos, de abyección, de fintas y de arrebatos.
Dicho vulgarmente de nuevo, de "agandalle". Sí, de políticas viles y
rastreras que (ellos) comparan con política verdadera, con política de
altura. Agazapándose con el cuento pueril de (dizque) desarrollar una
actividad política para servir a la gente, no sirviéndole pero sí
sirviéndose, a sí mismos. Llegando incluso a la patraña de mover y hacer
gritar a sus corifeos cuando fintan y hacen como que van en la búsqueda
de una posición (determinada) para la que ni siquiera están debidamente
preparados, para salir después con su absurdo reconociendo que no son
ni bienvenidos ni idóneos para las masas, negociando, con otros, con
algunos, al margen de las propias masas, cual simples mercenarios como
les han llamado. Me refiero a esa fauna de políticos pequeños que, en
aras de su ambición desmedida, envilecen y prostituyen a la actividad
política verdadera la cual no tiene la culpa de lo sucia en que la
vuelven. El cochinero vil citado es el escenificado días antes (y ahora
mismo) aquí en Guerrero por gente alguna de la dizque "izquierda" que,
más que Izquierda política parece otra cosa, cualquier otra, menos eso,
menos Izquierda porque dicha expresión les queda grande, muy grande,
inmensa incluso, a ellos.
Pero ellos parecen no darse cuenta y
se regodean y se esconden, dando la cara sólo uno o dos a lo sumo,
dejando las estructuras a las que pertenecen a la deriva en cierta
forma, al garete si observamos correctamente. Sí, sin ápice de
miramiento en tanto que sus anti fans pero correligionarios les endilgan
culpas cual tiro al blanco, durísimamente, importándoles un carajo que
tal cosa suceda si, como ellos piensan, ya la hicieron, quedándose con
las codiciadas posiciones. Las posiciones a las que esto se refiere son
las candidaturas, las que van en perspectiva de alcaldías y
diputaciones. Sí señor, aquello por lo que entre seres humanos se pelean
como animales, algunos, lógicamente. Y disculpe usted si al revisar el
caso hablamos como lo hacemos, vulgarmente aunque de vulgaridades a
vulgaridades aquellos nos den las buenas y las malas porque, dicho sea
de paso, aquellos son expertos, especialistas, reyes de la vulgaridad,
de la rapiña y del trapecio. Pero la política no era así podrá usted
decir y tendrá usted razón, por supuesto. La política fue envilecida,
por grupos pequeños después de que en el pasado lo hicieron grupos más
grandes. Sí, por grupos pequeños, por grupos de tipejos. Por grupos que
no son grupos realmente sino sólo grupúsculos, "tribus" se llaman a sí
mismos. Vamos a decirlo así: Salieron de la nada, hace no mucho, y se
enquistaron, en las estructuras. En las estructuras organizativas de la
Izquierda cuando en las mismas se trabajaba a fin de avanzar
políticamente para abrir espacios, espacios de participación política,
espacios de poder, por supuesto. Lo hicieron modositamente a fin de
crear simpatía, condiciones. Y así se fueron, hasta la cocina si hay que
ser más claros. Hubo gente que les tendió la mano, lógico. Aquella a la
que con grilla y malas artes desplazaron, posteriormente, olímpicamente
por así decirlo. Y los agarrones han sido tal que por ello hay gente
muerta ahora incluso. Pero dichos personajes andan desatados, sobre las
candidaturas que, al fin y al cabo, la Constitución no lo prohíbe, no
expresamente y en esa lógica todo se vale según su proceder, el de esa
gente. Claro, hasta que la demás gente reaccione o hasta que se
encuentren con la horma de su zapato y, bueno, qué más da si de
cualquier forma se saldrán con la suya. El problema es que hay un
detalle. Más allá de impugnaciones de por sí vergonzosas a las que deben
enfrentarse, salirse con la suya en términos de arrebato de
candidaturas no quiere decir que ganen. No, en automático. El punto
final se decide en las urnas. El día de la elección constitucional a la
que se está obligado. Sí, el día en que el electorado y la ciudadanía
misma les apruebe, o les mande al carajo.
Estimado lector,
Fina lectora, ojalá no hubiere necesidad de ocuparnos en cosas tan
chuscas como chuecas y bochornosas pero, ya ve usted. Uno piensa que las
cosas van bien y que los órganos de participación política están
trabajando (haciendo las cosas conforme a las reglas) pero no, no es así
y la prueba es lo que ocurre, lo que apesta en las diversas
expresiones, lo que se ventila en la prensa. Mire usted, se supone que
en los partidos políticos trabaja gente cuya responsabilidad es que se
acaten las normas pero la realidad se impone desgraciadamente. Dicha
realidad es cruda y cruel y por eso tanta "bronca", tantos problemas.
Como si no se aprendiera de la historia. Como si la historia misma les
importara un bledo. ¿Gente incapaz en los partidos? ¿Gente impreparada
en los mandos de dirección política? ¿Gente a la que le queda grande la
responsabilidad conferida?. Parece que sí. O eso, o peor todavía porque
el efecto de lo permitido, lastima, divide, creando situaciones y
tensiones que tarde o temprano se convierten en funestas.
Y
es verdad, como han señalado algunos, hubo una época en la que parecía
que la diferencia entre la Izquierda y la Derecha era real y no sólo
retórica ni utilería. Un asunto de circunstancias que lamentablemente ha
cambiado. Claro, merced a gente como esa. A gente que, deshonesta,
codiciosa y nada ética comúnmente, no atina a comprender cuánto daño le
hace a la sociedad de la que todos formamos parte. A aquella a la que
dicen servir plural, honesta, incluyente, pacífica y democráticamente. Y
por lo visto y por lo que ocurre, hasta apodo les han puesto. "Los 4
Fantásticos" les llaman y tienen nombre y apellido. Y también un
alcahuete. Dicho quinto personaje es el presidente estatal de su propio
partido. Sí, el mismo que debería velar por el respeto a las normas, a
las bases sociales y a los estatutos. Ni hablar, son signos de la
descomposición de los actuales tiempos. Aquella que no sólo no ayuda a
nadie sino que, además, cancela las posibilidades para un mejor y más
sano desarrollo político.
A ver qué opina Andrés Manuel López
Obrador de todo esto. Lo digo porque hace seis años su buen nombre
cobijó a buenos y a perversos y hoy podría ocurrir lo mismo. Andrés
Manuel es el candidato de la coalición de Izquierda y merece estar
debidamente informado. Si por estar altamente ocupado, o si por
dosificársele y alterársele la información no se da cuenta de lo que
ocurre, habrá problemas, problemas más fuertes aquí en Guerrero.
Es todo.
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