Emilio Nahín Rojas Madero
“Mi vida por una mejor Nación”
Hace
varios años tuve la oportunidad de tener una entrevista con el entonces
diputado federal Lázaro Mazón Alonso; en la cual expreso su repudio
hacia los sindicatos y los califico de ser un freno para el desarrollo
del país y que por lo tanto deberían de desaparecer. En aquél momento le
replique mi negativa y le dije que los sindicatos eran los grandes
defensores del obrero en contra del imperialismo capitalista y
explotador… Hoy le doy la razón ante la veracidad de que efectivamente
los sindicatos en su mayoría han parasitado y no permiten que se avance
en el progreso que requiere una nación. Algunos criticarán esta postura y
tendrán la duda respecto a la clase de izquierda que profeso. A lo que
respondería que soy de la izquierda imparcial. Pero ¿Qué es una
izquierda imparcial?
Es esa que está en contra de los
esclavistas, los explotadores, los que agandallan los medios de
producción y las herramientas las monopolizan. Los que usas el doble
discurso; ablando de paz, justicia, equidad, solidaridad, respeto y
derecho pero que en la realidad solo se sirven para obtener sus
intereses mezquinos. Ésta izquierda no se basa en declararle la guerra
al rico por ser rico, sino por la forma en que llego a hacerse de esas
riquezas; ésta izquierda le defenderá si su fortuna la forjo mediante
las prácticas de economía lícita y si así las sigue ejerciendo; pero
estará en contra de él si se sirvió del engaño y la explotación del
hombre. Ésta izquierda no debe defender al pobre por ser pobre; sino por
su deseo de éste por querer salir de la miseria en que se encuentra o
de lo contrario, lo convertirá en un parasito paternalista y vende
patria; cuyo ejemplo es la educación social y psicológica que nos heredó
el PRI gobierno.
Y lamentablemente los sindicatos a pesar
de provenir del poder obrero; hoy en día se han degenerado cumpliendo a
cabalidad con todos los defectos expresados en el párrafo anterior.
Desde sus dirigencias más altas en las esferas nacionales con hombres y
mujeres que se sirven de las contribuciones de los agremiados; para
vivir en la opulencia, en yates de lujo y hummer´s estilo limosina o
costeando la educación de sus familiares en las mejores universidades
del extranjero convirtiendo al sindicato en un pequeño feudo, con sus
respectivos señores feudales… perdón, –“delegados”–. Un sindicato que se
degenero; es el de la educación conocido y muy en especial aquel que
por sus siglas se le conoce como SNTE y más ante el error fatal que
cometió el gobierno de cederle plenas facultades administrativas
gubernamentales al integrarlo a la SEP. Convirtiéndolo en juez y parte;
en patrón y obrero, pero solo a los más allegados a las delegaciones
sindicales.
Es por ello que vemos a representantes
sindicales, cobrando viáticos en la Secretaria de Educación Pública
(SEP) sin ser empleados o jefes de algún departamento de dicho órgano. O
profesores que bajo la figura de “ser comisionados”, abandonan las
aulas para ejercen actividades exclusivamente del sindicato. Cuando es
el sindicato el que debería de cubrir sus salarios por desempeñar
labores “sindicales” y no las labores de educación pública por las que
realmente se les paga. Estas prácticas y las aviadoras, lamentablemente
salen del erario producto de los impuestos que como pueblo pagamos. Por
otro lado, anualmente la federación envía a los Estados un paquete de
plazas para ser repartidas en especial a los egresados normalistas de la
entidad mediante sorteo (hoy examen de competencias); pero como los
sindicatos son gobierno, estos “acaparan” las plazas, simulan realizar
el concurso o aplicar el examen y milagrosamente surgen súper profesores
de hasta cinco plazas. Ésta práctica debería ser sancionada basándose
en el artículo 28 constitucional mexicano; la cual prohíbe el
“ACAPARAMIENTO” con fines de lucro; sin embargo, nuestros representantes
de la ley también han sido neófitos en la búsqueda por darle solución a
la problemática.
Y probablemente sea por la poca
preparación académica que recibieron de nuestros maestros; esos
fugitivos del aula que escudándose en el discurso de luchar por sus
derechos laborales, se van a la huelga sin importarles que terminen
afectando a millones de niños en el país. Y cuando se les agrede; corren
afeminadamente a ocultarse bajo el discurso hipócrita de –“¡Respétame
que soy maestro y por lo tanto soy forjador de las nuevas
generaciones!”–; lo raro es que muchos de esos que lo expresan, desde
que tomaron posesión de esas plazas, jamás han estado frente a un salón
de clases. Si tan solo fuera cierto que es por la lucha obrera; pero
lamentablemente van a las televisoras, radiodifusoras y la prensa
escrita o toman las calles bajo un discurso balido como el grito de
–“¡Alto a la inseguridad en que vivimos!”-, pero en el momento en que la
comisión negociadora libre del resto de la masa gremial magisterial, se
sienta con la autoridad correspondiente; las demandas son otras.
Las directivas sindicales utilizan al
resto de los agremiados para enriquecerse y alcanzar sus intereses
personales, dejando en el olvido el tema de la “seguridad”. Es por ello
que recientemente en Acapulco no vimos marchar a estos sindicatos en
conjunto con Javier Sicilia y otras organizaciones sociales que se
manifestaban en contra de la inseguridad y por el contrario, salieron
aparte, bloquearon la costera y perjudicaron al turismo, pues
lamentablemente los intereses de los delegados sindicales son otros. El
sindicalismopolio es ese que ha secuestrado los órganos de
gobierno-patrón se enriquece de manera ilícita vendiendo plazas o
desviando recursos del erario público, incrustado aviadores o poniendo
al frente del aula a gente sin preparación académica y vocacional,
atentando vilmente contra nuestra niñez, generándoles un trauma
irreparable; delito por el cual también deberían ser sancionados bajo el
artículo 3ro. y 4to. Constitucional mexicano; también organiza
movilizaciones sin sustento jurídico y legal; tergiversa los motivos de
la lucha por intereses mezquinos.
Lo bizarro de todo esto es ver a una
masa gremial que le encanta ser pisoteada por sus representantes
sindicales. Ya que estos abusando de ser gobierno; malversan algunas
obligaciones como el pago del seguro de la planta docente, ante el IMSS e
ISSSTE; desviando dicho recurso para cubrir las necesidades y los lujos
de las elites sindicales. Pero cuando se da la alerta de auditoria, la
cúpula sindical da la orden de diezmar el salario de sus propios
representados y “presumen defenderlo”. Es por ello que en algunas fechas
de quincena; maestros que recibían 20 mil pesos, sus cheques les llegan
de 13 mil pesos. Recurso que se utiliza para tapar el boquete fiscal
(fraude) y en vez de que éstos reclamen, se quedan calladitos y siguen
cumpliendo con sus contribuciones sindicales. Ante esta degeneración del
sindicalismo, se hace pertinente y necesario diezmar su poder mediante
la figura del “empleado se confianza” como lo establece la ley federal
del trabajo y la constitución política de México en su apartado
–“facultades del poder ejecutivo”–.
El sindicato y el patrón no deben tener
poder pleno sobre las herramientas de trabajo; la empresa y las
administraciones, así como sus respectivas direcciones, secretarias y
jefaturas, deben de distribuirse de manera equitativa para que los
empleados de confianza vigilen a los sindicales y viceversa. En términos
mercantiles a esto se le llama competencia comercial; la cual evita que
se consoliden los monopolios que tanto daño le hacen a nuestra
sociedad. La izquierda imparcial está en contra del sindicalismo que se
enriquece de manera ilícita; que usa la lucha obrera para alcanzar otros
intereses; repudia a ese sindicalismo que usa la movilización para
proteger a agremiados pedófilos, pederastas y criminales. ¿Cuántas veces
no ha salido el sindicato magisterial a las calles a defender a un
maldito violador de niños? Esta no fue la finalidad por la que fue
creado el Poder Obrero. En lo que no estoy de acuerdo con Lázaro Mazón
Alonso es en la extinción de la figura del sindicato, pues mientras
verdaderamente vele por los derechos del trabajador se mantiene en los
causes de justicia y equidad, mas no está de más agregar las
recomendaciones de “competitividad” entre los obreros gremiales y los
obreros de confianza.
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