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Sistema de salud, una bomba de tiempo a punto de estallar



TRASFONDO

El tema terminará por pegarle al delegado especial Pablo Amilcar Sandoval... 

Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO


En su gira por Chiapas el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ratificó lo dicho en abril de este año ante MICHELLE BACHELET, ALTA COMISIONADA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS DERECHOS HUMANOS, durante el lanzamiento del Informe de la Comisión de Alto Nivel: ‘Salud Universal en el siglo XXI: 40 años de Alma-Ata’; el tema es un desastre en todo el país.

Pero además de señalar el diagnóstico de lo que recibió, adelantó desde entonces la creación de un instituto nacional de salud para el bienestar, que en tres años, más o menos, nos llevaría a tener un sistema de salud como el de los mejores países del mundo, como Canadá o Noruega.

Nadie duda de las buenas intenciones del presidente López Obrador, se nota cuando habla que lo hace con toda sinceridad, aunque sí, todos dudamos de los plazos en los cuales se volverán realidad sus promesas, pues mientras tanto, las cosas se van agravando respecto a cómo las recibió él, del viejo neoliberalismo y eso va despertando suspicacias y protestas por la república mexicana.

De acuerdo a sus datos, el viejo sistema neoliberal se esmeró en acabar con el sistema de salud pública para ponerlo en manos privadas. La vieja Secretaría de salud federal quedó sólo como normativa y con el control directo únicamente de ocho hospitales, entregando el resto a los estados, sin aportar los recursos suficientes para operarlos con eficiencia y en otros casos, como ha sido más que evidente en Veracruz, los recursos se desviaron a otros rubros, siendo presa de la corrupción existente hasta ese entonces.

La realidad es que de abril en que hizo esa promesa ante Bachelet a julio de este año, en que lo repite en los hospitales rurales de Chiapas, pasaron ya tres meses y no se ha movido ni un centímetro para hacerlo realidad:

La secretaría de Salud, que ya no es tal sino el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, que se vendría a Guerrero y que recibió de inmediato la oferta generosa del gobernador Héctor Astudillo Flores para que ocupara las instalaciones del llamado Edificio Inteligente, construido en el puerto de Acapulco y que se supone es autosuficiente en agua potable y alumbrado público, no se ha movido un centímetro de la ciudad de México.

Los hospitales públicos en Guerrero, mientras tanto están operando con múltiples carencias: Ya los vecinos del poblado de Lomas de Chapultepec iniciaron un movimiento de protesta debido a que su centro de salud está abandonado y carente de todo y esa es la misma situación de casi todos los centros de salud de la entidad, aunque el propio hospital general regional, recién construido en El Quemado, no está pasando tampoco por su mejor momento y el viejo hospital general de la avenida Ruiz Cortínes, quedó como un cascarón inservible y desperdiciado.

La atención en el IMSS ha empeorado considerablemente y el ISSSTE ha decaído terriblemente al grado de que en su hospital de primer nivel en la avenida Solidaridad, prácticamente no está funcionando, pues su personal está en asamblea permanente, por la falta de equipo y de material de trabajo.

De medicamentos para el público ni hablar. Simplemente no existe una gran cantidad de ellos y los pocos médicos que atienden andan recomendando que se compren por fuera los fármacos, porque, además, los que ahí llegan a tener perdieron eficacia.

La realidad es que quienes no están adscritos ni al IMSS ni al ISSSTE, ni a la Sedena o al hospital naval, se quedaron con sus cartillas del Seguro Popular, ahora inservibles y están a la espera de que el gobierno federal cumpla su promesa de crear el seguro para el bienestar, o como le llame, para atender a esa población, que el mismo López Obrador tasó en 60 millones en todo el país, que no tienen un empleo formal y por lo tanto están fuera de la atención médica social.

En esta gira por Chiapas, AMLO ha recordado también que pagará mejor a los médicos especialistas que acepten ir a trabajar a las clínicas rurales donde más falta hacen y que ya no habrá más trabajadores eventuales, sino que todos serán basificados. Promesas formidables que hacen felices a los trabajadores del sector, el problemas es que no se ve para cuando.

En la realidad, en Guerrero se está gestando ya una gran protesta social, tanto de trabajadores del sector como de los usuarios, para exigir la atención del gobierno federal sobre este asunto, pues mientras el equipo lopezobradorista busca las fórmulas matemáticas para que el presupuesto les alcance y se evite su fuga por los viejos canales de la corrupción, la llave está cerrada y quienes operan el sistema en los estados, en el caso de Guerrero, el gobernador Astudillo y el secretario Carlos de la Peña, permanecen con las manos atadas, sin recursos para atender las demandas de la gente, que ya no puede esperar, pues hay enfermedades que si no se atienden a tiempo, llevan a la muerte.

Este puede pronto ser una bomba más que le explote al gobierno federal, como le explotó el tema del fertilizante y el asunto le pegará primero, como en el caso mencionado, a su delegado especial, Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, quien ya no sabe si se trataba de ayudarle en ese cargo o si se trataba en realidad de debilitarlo, pues el golpeteo en su contra no sería tanto si estuviera como presidente del congreso estatal, donde había sido elegido.


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