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Las vetustas camionetas del ¡gaaaasssss! retornan a las calles de Acapulco, beneficiadas por el cierre de carburadoras

Gasero surtiendo combustible en la calle Durango. Foto: Julio Zenón Flores Salgado

Por Julio Zenón Flores Salgado

Nunca fueron tan bien recibidas estas destartaladas camionetas que distribuyen el gas a domicilio, manejadas por diligentes choferes acompañados de sus chalanes que portan como insignia una franela roja al hombro. Cargan por el usuario el pesado tanque de 20 o 30 kilos de gas LP y amablemente lo instalan en los domicilios usando su propia perica. Nunca piden propina.
Al menos en la calle Durango, de la colonia Progreso, el grito de ¡gaaaaaaasss! Iluminó los semblantes de las amas de casa, cual si fuera una declaración de apasionado amor de algún don Juan que viene a flirtear cuando el marido sale a cumplir sus deberes de proveedor y va a la calle a buscar sustento.
Al cerrar las decenas de carburadoras que surgieron como hongos de un momento a otro aprovechando el descontento de los consumidores por la ordeña inmisericorde del combustible, regresó la nostálgica costumbre del claxon sonando a distancia, como cuando el mariachi sopla el clarín en la melodía Teléfono a larga distancia, con un profundo agudo que se alarga varios segundos hasta hinchar el pecho de los vecinos con la satisfacción de saber que se acerca el preciado combustible que a últimas fechas se ha vuelto casi inalcanzable.
La foto subida a Facebook por un hombre que muestra su maletera abierta y un cilindro de gas doméstico al lado a punto de ser encajuelado, como algunos cadáveres que han llegado a ser parte de lo cotidiano en este pacifico puerto del sur mexicano, para ser llevado a llenar al municipio vecino, Coyuca de Benítez, según explicaba el presuntuoso pie de foto.
"Yo al menos tengo un carro para llevar mi tanque a Coyuca a llenar", presumía el autor de la foto en el pie de imagen, recordando aquellos años en que se hacía eso mismo, pero sin el tanque, y con un Lamborghini o un Maverick deportivo descapotable, que permitía soñar a las jovencitas de ese entonces.
Tu nomás abres la puerta del carro y ellas se suben solas, era la frase de los galanes, que en nuestros días podrían ser calificados como machistas y misóginos.
Pero bueno, la idea de poner orden en Acapulco, viejo slogan de un poderoso empresario gasolinero que buscaba la alcaldía, que después logró, retomada por la enérgica juez-magistrada que asumió la presidencia municipal el pasado 30 de septiembre. Adela Román Ocampo, bien vale el retorno de éstas bucólicas imágenes del glamoroso pasado del Acapulco perdido y hoy metido de lleno en la Cuarta Transformación.

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