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Dolores Olmedo, cumpliría hoy 110 años; su casa de Acapulco tiene un gran mural de Diego Rivera


Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO

Hoy cumpliría 110 años de edad la mecenas y coleccionista de arte Dolores Olmedo, gracias a la cual, en Acapulco podemos gozar de importante obra del pintor Diego Rivera, a quien albergó en su casa de La Pinzona, en donde el famoso muralista pintó el Quetzacoatl.

María de los Dolores Olmedo y Patiño Suárez nació en Tacubaya, Ciudad de México, el 14 de diciembre de 1908, en vísperas de la Revolución mexicana. En 1914, con tan sólo seis años de edad, Lola pierde a su padre. Seguramente ésta fue una dolorosa experiencia que moldeó, desde pequeña, su habilidad para recuperarse y perseverar. Por otro lado, su madre, María Patiño Suárez, fue una de las primeras cinco maestras egresadas de la Escuela Normal para Señoritas y fue también fundadora de una de las primeras escuelas primarias al aire libre -El Pípila- cuando el papel de la mujer se relegaba al hogar. 

Desde joven, Dolores convivió con intelectuales de esa Época: poetas del grupo de los Contemporáneos -Salvador Novo y Xavier Villaurrutia-, escritores como Jaime Torres Bodet; filósofos entre los que se contaban José Vasconcelos y Antonio Caso; músicos como Julián Carrillo, Luis Sandi, Manuel M. Ponce y Carlos Chávez -quien fuera alumno de su madre y más tarde su maestro-, políticos como Narciso Bassols y los pintores Joaquín Clausell, Alfredo Ramos Martínez y Germán Gedovius.
La amistad entre Olmedo y Rivera se tradujo en un pacto de confianza, de tal manera que, antes de morir, Diego pidió a Dolores que se hiciera cargo de los museos Frida Kahlo y Diego Rivera-Anahuacalli. Además de su labor como coleccionista, Dolores cumplió la promesa que le hiciera a Diego de mantener abiertos estos museos, los que se mantuvieron funcionando por más de 50 años con la supervisión de Lola y no pocas veces con sus propios recursos. 
Durante esos años, mantuvo sus afanes de coleccionista y nada la detuvo para seguir comprando obra pictórica, lotes de piezas prehispánicas, estofados novohispanos y arte popular. En 1972, Lola había coleccionado 800 piezas arqueológicas mesoamericanas. Olmedo también ocupó posiciones políticas y culturales y, desde ellas, pudo realizar exhibiciones de arte mexicano dentro y fuera del paÌs. De igual manera y con entusiasmo, apoyó la Ley de Patrimonio Arqueológico. Mediante esta disposición, se permitió a los coleccionistas privados conservar su acervo, siempre y cuando estuviera registrado en el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia).
Tal fue la amistad entre el maestro Rivera y Dolores Olmedo que su relación sobrevivió las actividades de cada uno, los matrimonios o divorcios de ambos y las épocas de mutuo enfriamiento. Al final de sus días Diego muy enfermo de cáncer- pasó grandes temporadas en compañía de Dolores. Ella misma explicaba que le ofreció estancia a Diego en su casa de Acapulco -La Pinzona-, para que el artista pudiera trabajar sin preocupaciones. Fue ahí donde el muralista pintó el Quetzalcóatl en mosaico con concha, el Tláloc enorme y un sapo grande entregando su corazón a su amiga incondicional. Durante los últimos años de vida del maestro, Dolores estuvo continuamente con Él.xxx Trasfondo informativo. También en www.facebook.com/trasfondoinformativo y en @trasfondoin

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