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Barruntos de ruptura en fracción legislativa de Morena

Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO
Un martes de sesión en el congreso de Guerrero, se escuchó por segunda vez el sonido de la chicharra llamando a los diputados locales a acercarse a la sala de plenos a pasar lista. Algunos periodistas entraron apresuradamente al cubículo del morenista Marco Antonio Cabada.
-Diputado ¿Qué temas tocarán hoy en el pleno? preguntaron
-No lo sé, respondió el legislador, visiblemente molesto. Aún no nos pasan la orden del día.
Ni ese martes, ni los demás que han transcurrido desde que asumió la nueva legislatura, ha habido, como lo había antes, orden del día al alcance de todos los legisladores ni de la prensa y con el tiempo, a mes y medio de haber recibido sus curules, sigue sin saberse la agenda legislativa. Aún de los temas sobre los cuales propiciaron expectativas en campaña, en un sin número de ruedas de prensa contestatarias; sigue sin atenderse la sucesión en la estratégica área de comunicación social.
Y sigue sin verse la esperada unidad de la mayoría morenista, formada por 24 legisladores, la mitad más uno del total de los 46 integrantes de la 62 Legislatura guerrerense, antes al contrario, barruntos de división se observan sobre ellos, para beneplácito de las minorías que esperan ese desmoronamiento para equilibrar los pesos en el Congreso.
Los legisladores de Morena han dado desde entonces apariencia de improvisación, como si formaran un carrusel subiendo a tribuna a proponer puntos de acuerdo y exhortos, para mantener la atención sobre ellos, pero sin tocar nada de fondo.
Y es entendible si se considera que de los 24 diputados con que cuenta Morena en esta legislatura, sólo uno de ellos ha tenido un cargo de representación popular y conoce la técnica legislativa y la operación política, pero ha sido relegado de la burbuja que toma las decisiones: nos referimos a Marco Antonio Cabada, que ya fue regidor y diputado, con la idea de que si se le permite influir desplazaría a otros que sienten la obligación de ser quienes marquen la pauta y que, basados en su buena relación con los liderazgos centrales de Morena y con el equipo del propio presidente electo Andrés Manuel López Obrador, creen que pueden operar sin capacitar a sus colegas, sin buscar acuerdos, solo dictando los temas a tocarse, los ponentes en tribuna y ofreciendo protección y proyección, respondiendo más a una cuestión de partido y no de un poder legislativo que es representativo de todo el pueblo de Guerrero.
De la burbuja la única que ha planteado una propuesta seria es la diputada Mariana García Guillén, al proponer endurecer las penas para juzgar la extorsión, el cáncer que corroe la economía de Acapulco, y que fue enviada a comisiones, mientras los otros se han quedado en puntos de acuerdo, tomando como guía para sus participaciones notas de periódicos y hasta fake news.
De esa falta de liderazgo moral ha surgido un desacuerdo entre algunos diputados que de ser un rumor sordo se va haciendo notorio en la sala de plenos y de ahí que algunos diputados hayan sido excluidos de las comisiones importantes, desde antes de la sesión para la asignación, por no coincidir con la postura que llevaba la mayoría de su fracción, la cual en vez de buscar el acuerdo, le aventó encima una campaña de linchamiento mediático alimentado por la prensa mercenaria que espera conseguir un convenio con base a la sumisión hacia quien creen que se los dará como un favor y no como una obligación de mantener informada a la sociedad guerrerense de la actividad de uno de los poderes del estado, algunos de los cuales hasta de manera oficiosa, es decir, sin que se los pidan siquiera, se han sumado sin cuestionar el tema de fondo.
Hoy son tres los señalados de traidores, por no haber ido a una sesión donde sabían que serían marginados por sus desacuerdos, pero todo apunta hacia uno más al que han tratado con desconfianza y que se mantiene cerca de la burbuja tratando de hacer méritos, pero que ya prueba acusaciones en público y cartas dirigidas al presidente electo en su contra y que se niega a aceptar que sea fuego amigo, y luego vendrán, poco a poco, los insumisos pendientes, que ya se han venido reuniendo por separado, hasta que los mismos legisladores, callados hasta ahora por conveniencia, se den cuenta que no son súbditos, sino pares y que el papel del coordinador debe ser consensuar no sancionar.
Ya se habla de un grupo de ocho legisladores que no toman las propuestas del líder parlamentario como órdenes que hay que ejecutar y que en la práctica han constituido una subfracción y ya se habla de que podrían declararse independientes y formar así su propia representación (que no requiere más que tres para tener todos los privilegios de una fracción), más importante por cierto que las representaciones del PRD, del PAN, del MC y del PT y que podrían convertirse en el fiel de la balanza entre el PRI y Morena, creando así un verdadero congreso de pesos y contrapesos, asegurando un equilibrio que obligará a recurrir a la negociación política, en vez de la vieja práctica de la aplanadora, como en los mejores tiempos del PRI.
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