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SIMON DICE; La fuerza de las minorías en Congreso de Guerrero

SIMON DICE:
Las minorías que hacen mayoría en el Congreso de Guerrero y la nueva política de alianzas
Por Julio Zenón Flores Salgado
El pasado sábado 1 de septiembre los diputados electos de Morena que rindieron protesta como miembros de la 62 legislatura del Congreso del estado de Guerrero con una cómoda mayoría de integrantes, se dieron cuenta de que aún con esa mayoría su presencia en el palacio legislativo guerrerense no será precisamente un paseo por la alameda.
Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, líder de la poderosa fracción de Morena, se lo tomó con calma, aunque su rostro no dejó de mostrar un dejo de preocupación, pese al gusto de contar ese mismo día con una diputada más que llevaba a su fracción a 22 legisladores de los 46 que componen la legislatura, a diferencia de otros morenistas que, eufóricos o triunfalistas (optimistas o ¿ingenuos?) daban por hecho que con esa cantidad tendrían con seguridad el total control del poder legislativo.
Héctor Apreza Patrón, sin duda el hombre del gobernador Héctor Astudillo Flores en la cámara, veterano de las lides legislativas y coordinador de la fracción priista ya les había adelantado desde el registro de sus nuevos diputados ante el Congreso, en un tono bastante seco:
"No hay mayorías, este será un Congreso de puras minorías en donde el PRI es la segunda, con sus once curules, después de Morena con sus 22. Nadie tiene por sí solo la mitad más uno de los diputados.
El PRD, por su parte, acomodó sus maltrechas fuerzas en un tercer lugar de minorías, con una fracción de 8 legisladores, comandadas nada menos que por el ex coordinador y ex senador, Celestino Cesáreo Guzmán, quien ya se ha visto las caras con el priismo encabezado por Apreza y sabe aplicar la famosa teoría trotskista del FrenteÚnico: Golpear juntos marchar separados.
La correlación de fuerzas hasta hoy, indica que si bien Morena tiene 22 legisladores, les falta uno más llegar a los 23 que hacen la mitad y uno más para tener mayoría simple y 10 más para mayoría calificada, y eso les obliga a la negociación, lo que implica un importante esfuerzo de su líder parlamentario, a quien más de uno ve todavía como un joven impetuoso pero falto de experiencia. Su inexperiencia, dicen en los pasillos, le va a cobrar la factura. Ignoran tal vez, que su formación de matemático le permite encontrar rápidas soluciones a problemas complejos.
Ya en la instalación de la legislatura guerrerense se dieron los primeros acercamientos y midieron fuerzas. En ese primer día histórico, se impuso la chiquillada, con todo el respeto para la fuerza mayoritaria o también llamada primera minoría. Los demás partidos: PRI (11), PRD (8), PAN (1), PT (2), PVEM (1), MC (1), hicieron un bloque que juntos hacía mayoría, al sumar 24 legisladores frente a los 22 de Morena. ¿Qué lograron? Al menos que no le hicieran pasar un mal momento al gobernador Astudillo.
Apenas saliendo de ahí comenzaron los esfuerzos desde todos los bandos por acomodar las fuerzas para conseguir nuevas mayorías. No será fácil para nadie. Tendrán que ceder para conseguir los aliados necesarios. Y a veces ceder puede resultar en pagar un alto costo político.
Las instalación de la legislatura fue apenas el escarceo. Falta la operación real y a fondo en la que diputados de uno y otro bando podrían brincar de uno al otro y viceversa. Ya se habla por ejemplo que una diputada del PRD está a un tris de hacerse morenista y otra de se mismo partido que está pactando con el PRI.
En el centro de la disputa por los números, en un escenario donde uno puede hacer la diferencia, se encuentran dos diputadas perredistas de Acapulco y una más de Tierra Caliente, así como dos diputados de Morena y los dos del PT. En tanto, los partidos de un solo legislador: PAN, MC, PVEM, han elevado su valor a niveles inesperados.
Pero esa es la nueva realidad política parlamentaria. Ya no hay mayorías mecánicas arrolladoras, no puede haber. Todos están obligados a buscar alianzas.
Y es que una cosa que sí se consiguió desde la pérdida del poder casi absoluto del PRI, en el año 2000 con la instauración de una presidencia de la República comandada por e PAN en la persona de Vicente Fox Quesada sin que tuviera suficientes legisladores que le dieran la mayoría absoluta,  fue el empoderamiento de la desde entonces llamada chiquillada, es decir, todas las demás fracciones y representaciones parlamentarias minoritarias, frente a la fracción del partido que ejercía el poder presidencial.
En realidad, el sostén ideológico del empoderamiento de las minorías aliadas entres sí, lo postuló con meridiana claridad uno de los grandes intelectuales de este siglo y del siglo XX, el impulsor de la posición política contraria al neoliberalismo desde las mismas entrañas priistas: nada menos que don Porfirio Muñozledo y Lazo de La vega.
Y es que este 1 de septiembre de septiembre de 2018, sobre toda la clase política reunida en el Congreso de la Unión y sus afueras, rondó el fantasma de aquel memorable discurso que pronunciara Muñozledo 21 años antes, exactamente aquel 1 de septiembre de 1997, durante el tercer informe del entonces presidente de la República Ernesto Zedillo Ponce de León.
Quien no recuerda el siguiente párrafo de aquel discurso memorable?

Lo que en última instancia significa el cambio democrático es la mutación del súbdito en ciudadano. Ninguna ocasión mejor que ésta para evocar el llamado que, en los albores del parlamentarismo, la justicia mayor de Aragón, hacía el entonces monarca para exigirle respeto a los derechos de sus compatriotas:

``Nosotros, que cada uno somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos''.


Muñozledo tuvo la visión desde entonces para saber lo que venía y pudo ser testigo, posteriormente, de la forma en que las minorías parlamentarias se empoderaban y obtenían acuerdos haciendo alianzas entre sí, poniendo en aprietos a la fuerza hegemónica.


A partir del año 2000 en que perdió la presidencia de la República el PRI tuvo que aprender a operar en minoría, por eso se atrincheró en los espacios de los estados y municipios y en sus grupos parlamentarios que dejaron de ser la recua de levantadedos para albergar a lo más granado de sus tribunos y operadores políticos.


Gracias a eso el PRI pudo volver a la presidencia de la República en el 2012, con el entonces joven promesa mexiquense Enrique Peña Nieto, que la postre les cavaría la tumba.


El estado de Guerrero ha ido, aunque un poco más lento, en la ruta del aprendizaje de lo que valen las minorías. Ya el PRI ensayó en los dos sexenios que no tuvieron el poder ejecutivo estatal y supieron lo que vale un poder legislativo combativo y plural.


De tal manera, que lo que ocurra ahora en la legislatura actual de Guerrero, dependerá de la capacidad de los capitanes políticos de cada fracción partidaria. Si Morena se aplica podrá tener una cómoda mayoría, aunque tendrá que cuidar el costo político, si, en cambio se descuida y se dejan comer por Héctor Apreza (léase Héctor Astudillo) o Celestino Cesareo, entonces, la chiquillada, será quien mande.

Veremos.qué pasa
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