SIMON DICE
Por Julio Zenón Flores Salgado
Era casi medio día del 18 de mayo pasado, el apacible rostro
del entonces candidato a presidente de la república Andrés Manuel López Obrador
(AMLO) se había tornado rojo encendido y dio un fuerte manotazo en la mesa,
sobre el mantel verde del salón del Foro Mundo Imperial, donde había llegado el
abanderado de Morena apenas bajó del avión en el cercano aeropuerto
internacional de Acapulco, para evaluar los avances del trabajo de organización
y los datos que le dieron no eran nada halagüeños. Los comités no habían
crecido en Acapulco y el mitin en San Marcos programado para más tarde, no daba
buenas señales de ser masivo.
Dos de los líderes estatales se acusaban mutuamente de
meterse el pie.
El silencio fue espectral
-Ya dejen de pelar! Parecen niños! ¡Ya! Dejen de pelear...
El líder de Morena estaba en un privado de Mundo Imperial,
solo unos pocos de su confianza y los organizadores de Guerrero miraban la
escena e intentaban hacer mutis. Volteaban hacia otro lado. Fingían no ver el
rostro lívido, ni escuchar los gritos. Nunca habían visto así a su líder
nacional.
Ellos ya habían sido testigos y a veces hasta víctimas de
los pleitos entre Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, hermano de su próxima secretaria
de la función pública Irma Sandoval, a su vez esposa del destacado investigador
social John Ackerman, y el luchador social Cesar Núñez Ramos, hermano, nada
menos que de la ex alcaldesa de Atoyac y ex secretaria general del ayuntamiento
de Acapulco María de la Luz Núñez Ramos (también ex candidata a gobernadora de
Guerrero) y tío del actual diputado local electo por la Costa Grande Arturo
Martínez Núñez. Cada uno con sus personajes de confianza: Marcial Rodríguez
Saldaña y Inocente Ariza (fallido aspirante a candidato a alcalde desplazado
por Adela Román Ocampo).
Los pleitos se habían llevado demasiado lejos, al grado de
que la consejera estatal que ahora es suplente de Adela tuvo que dar una
conferencia de prensa en plena banqueta debido a que la oficina de Morena en el
edificio Oviedo no le había sido abierta y el ex candidato Ariza terminaría por
ir al tribunal electoral a impugnar la candidatura de Román Ocampo, cosa que ni el PRI había hecho, por no haber renunciado a tiempo a su magistratura lo cual
según su acusación la volvía inelegible.
Pues bien, la elección pasó, por fortuna para Adela Román,
los electores no vieron esa pugna interna y le dieron un triunfo contundente en
las urnas y sin embargo, todo indica que los pleitos no han acabado y amenazan
con pasar a otros estratos, entre ellos juicios de expulsión que enfrentan
tanto el representante ante el IEPC Sergio Montes, como el propio Félix salgado
Macedonio y la ahora alcaldesa electa (acusados estos últimos de reunirse con
el gobernador constitucional una vez electos), el asunto de la asignación de
los recursos al municipio que gobernará la ex síndica que, como se sabe debió
ir a hacer antesala a las oficinas de algunos miembros del gabinete de AMLO
pues el actual gobierno da la impresión de que no dejará ni para las quincenas
y menos para el aguinaldo.
Y lo que falta.
Y es que al día siguiente de que habían ganado la elección
del 1 de julio, los cabezas de grupo ya estaban convocando cada uno por su lado
a los representantes populares electos para ver cuantos les tocarían y quienes
irían con ellos a lo que sigue, es decir la próxima lucha por la coordinación
del Congreso local y las candidaturas del 2021.
En tanto, a Pablo Amilcar lo obligaron a retraerse un poco
de los medios de comunicación y a moverse en un perfil bajo, luego de que le
lanzaron señalamientos de la supuesta falta de documentos que avalen sus
estudios universitarios, intentando pasar
por inteligentes al tratar de hacer creer que esos ataques venían del equipo
del gobernador Héctor Astudillo, quien por cuestiones naturales se supone que
no estaría contento por tenerlo de coordinador estatal del gobierno federal, y
para que no advirtieran la verdadera mano detrás del guamazo.
Morena enfrenta en este somero panorama mostrado hasta ahora
la poco exitosa experiencia de lo ocurrido en el PRD a cuya fundación
concurrieron muchos de los que ahora fundaron Morena: un partido de grupos, de
reparto de pastel entre tribus, como dicen que ya lo hace una diputada que
amenaza con tomar el palacio municipal desde los primeros días del nuevo
gobierno si no le colocan sus piezas propuestas en el gabinete.
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