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La confusión sobre el coordinador federal que puede llevar la sangre al río

SIMON DICE
Por JULIO ZENON FLORES SALGADO
En Guerrero, como en todo el país, levantó polémica el anuncio hecho por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, de nombrar en la entidad a Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, como coordinador (en un principio) del gobierno federal, con la advertencia de que desaparecerían las delegaciones federales y todos los programas y presupuestos de ese origen serían coordinados por una sola persona.
Ante el solo anuncio y aún sin saber cómo funcionaría en la práctica la desaparición de las delegaciones que tienen programas en marcha y de los cuales dependen miles de guerrerenses, en particular aquellas de mayor precariedad económica, de inmediato saltó la crítica más mordaz, sobre todo quienes sintieron el rigor de la derrota avasalladora ante los candidatos de Morena.
Virreyes, les llamaron en todos los tonos. Gobernadores administrativos, ha sido el mote más intelectual acuñado por los priistas de mayor prosapia.
Y es que en realidad, la figura del coordinador, como se veía, parecía la punta del iceberg de una política completamente centralista, al viejo estilo de la otrora aplanadora priista de los años en que el tricolor era casi partido único.
El nombrado no solo es el hombre de la mayor confianza del presidente de la República, sino que además es el dirigente estatal de Morena o el ex candidato perdedor a la gubernatura, lo que ha dado la impresión de que se trata de nombrar como gobernador de manera administrativa a un hombre que en su momento la sociedad rechazó en las urnas, pasando por encima del poder constitucional que otorga el voto ciudadano.
El gobernador Héctor Astudillo al principio fue muy cauto y esperó a tener más información del caso para opinar, pero en cuanto pudo reunirse con sus colegas gobernadores organizados en la Conago, apoyó la idea, porque no, de una controversia constitucional, en un país, donde la Suprema Corte de Justicia de la Nación, acaba de dar muestras de independencia frente a un poder legislativo que se espera dócil ante el ejecutivo por la gran mayoría de legisladores de Morena y sus aliados.
El tema no solo causó escozor en el gobernador y sus aliados priistas que supusieron que los recursos federales dejarían de llegar por la vía institucional y lo haría ahora a través del todopoderoso hombre del presidente de la república, sujeto en todo a su capricho y para acabarla, sujeta a las gestiones del movimiento nacional de la esperanza de René Bejarano, en Guerrero representado por Oscar Chávez.
También causó resquemores entre los propios morenistas que sintieron que desde ahora les estaban imponiendo al futuro candidato a gobernador para la elección de 2021, ante lo cual ninguno otro, por destacada labor que hiciera, tendría manera de competirle al hombre de los milones de pesos de recursos federales.
De esa visión, que además los mismos de Morena, y el propio Pablo Sandoval no habían podido aclarar, Pablo Sandoval se convirtió de pronto en el enemigo de todos, en el hombre a vencer y le llovieron críticas abiertas y en columnas con mensajes cifrados hasta que le dieron una estocada al quitarle la diputación plurinominal que le había sido asignada por el IEPC.
"Ahí está la mano del gobernador" dijeron tanto de uno como de otro lado, sin conceder la posibilidad de que el Tribunal electoral pudiera haber actuado con autonomía y por ende lanzando ataques furibundos contra los magistrados. "Les haremos juicio político" fue la amenaza más seria, puesto que tienen los morenistas toda la posibilidad de llevarlo a la práctica.
A este borlote doméstico se sumó la reacción de gobernadores de estados poderosos, como Jalisco, donde el mandatario electo Enrique Alfaro de inmediato dijo que no acordaría con quien había perdido en las urnas y lo haría directo con el presidente; a él se sumó el gobernador de Nuevo León (los neoleoneses son de por sí atrabancados) con la amenaza de salirse del pacto fiscal (Nuevo León aporta el 10 por ciento del PIB. Imagínese usted el trabuco). Alentando en Guerrero la reacción adversa al cantado coordinador federal.
Por fortuna vinieron las aclaraciones, las precisiones, los pasos hacia el centro. El coordinador no será coordinador, sino un delegado. Aunque las otras delegaciones desaparecerán se contará con personal especializado para atender los programas en marcha y los nuevos, pero sin los altos salarios (superiores a cien mil pesos al mes, dijeron) y no se escatimará las facultades del gobernador en turno.
Los recursos federales (y en Guerrero el 97 por ciento del presupuesto viene de allá) seguirán llegando al gobernador, salvo los extraordinarios, que, ahora se aclara, de por sí no pasaban por el gobierno del estado, sino que se coordinaban los delegados con el mandatario para aplicarlos.
El diputado local Moisés Reyes Sandoval (por ciento sobrino de pablo Sandoval) lo dejó más que claro: No tienen por qué oponerse a este delegado (ya no coordinador) si de por sí había un coordinador general de los delegados que era el delegado de Gobernación en el estado.
Pareciera que todo estaría aclarado, al menos en términos formales, pero en la realidad, las voces que se escuchan dan la impresión de que el encono ya iniciado contra la figura de un hombre que tendrá más poder que cualquier otro militante de Morena por su relación directa con el presidente de la república y más o tanto poder económico que el gobernador del estado, no parará, es como una bola de nieve que se analiza ya desde los cuartos de guerra de uno y otro lado.
El hacha está desenterrada y no parará hasta que corra la sangre en el 2021, aunque unos dicen que antes...
USTED QUE OPINA...
SIMÓN DICE: No por mucho madrugar amanece más temprano

















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