“Los muertos que vos matáis gozan de cabal salud” (Juan Ruiz
de Alarcón, 1630)
Una pléyade de políticos corruptos han
convertido en bandera la muerte y la violencia con que el crimen organizado se
ensaña en Acapulco, con la idea bizarra de convertir en escombros un portentoso
destino turístico, cuyas aguas y clima no tienen igual en el mundo, según los
historiadores y descubridores de esta parte de México, a cambio de hundir
también a la figura política que le gobierna y al partido que lo llevó al
poder.
Cada vez que los observadores –no tan desinteresados-, ponen
a Acapulco en los primeros lugares de violencia y cada vez que hay un ejecutado
o una serie de ellos, en zonas no sólo periféricas, sino en sitios comerciales
y hasta turísticos, algunas agencias, se apresuran a rasgarse las vestiduras, a ponerlo a ocho columnas y escribir epitafios al joven presidente municipal,
Evodio Velázquez Aguirre.
Pero, como lo dice la cita de Juan Ruiz de Alarcón,
aparecida en La verdad sospechosa y luego retomado en 1644 por Cornielle,
Acapulco y el propio alcalde, gozan de cabal salud, renacen de sus cenizas y se fortalecen.
Y es que por encima de la barbarie de asesinatos entre
carteles rivales y de ciudadanos que caen en el fuego cruzado, en un fenómeno
que cada vez le queda más claro a la gente que no es ocasionado por el joven
gobernante y que ninguno, sea del
partido que fuere, podría hacerle frente en las condiciones económicas y de
capacitación de las fuerzas policíacas locales, al menos no con posibilidades
de éxito, el actual gobernante ha sabido ubicar su línea de trabajo y su responsabilidad
para dar a Acapulco un mejor sitio histórico y un mejor futuro, buscando las
salidas en el desarrollo del destino para ofrecer ingresos y fuentes de empleo
lícitos a la gente que, de otro modo, terminaría engrosando las filas de la
delincuencia o emigrando de la ciudad.
Acapulco aún respira y no solo eso, se muestra dispuesto a
crecer. Esa es la realidad. Si uno luego de leer, ver o escuchar las noticias que lo desahucian, sale a la ciudad, la recorre, a pie, como cualquiera, se va a encontrar con que
ya se nota más el turismo en las calles y playas, que la zona turística tiene
una mejor cara, con espacios verdes y esculturas mejor colocadas y con una
visión modernista (que a los vernáculos no les ha gustado mucho, es cierto) y
con muchas otras cosas positivas más.
¿Cuáles? Pues hay mercados en remodelación, modernización de
los sitios públicos de los barrios históricos (que tenían más de tres años sin
avanzar y que el presente gobierno las hizo en poco más de dos meses), hay
inversiones en ciernes, fuertes, de grupos sólidos nacionales e internacionales.
Y de eso se derivan otras cosas también positivas: Acapulco
ha vuelto a ser noticia nacional e internacional por sus eventos, como el
propio Tianguis Turístico, que fue el mejor de la historia, por la visita de
luminarias como Luis Miguel y una pléyade de figuras traídas por empresarios que
siguen creyendo en Acapulco; adicionalmente es sorprendente que de unos meses
para acá hay ofertas de empleo, desde restaurantes, comercios, servicios, tanto
para personal calificado como no calificado y, aunque hay negocios que cierran
víctimas de la extorsión, hay otros que abren.
Acapulco se ve en recuperación, respirando aún, pese a los
agoreros que lo quieren ver muerto para ver hundido a su alcalde y no ha sido,
desde luego, trabajo de un solo hombre, ha habido también voluntad del gobierno
federal, en por ejemplo el Tianguis, o la línea de protección de las fuerzas de
seguridad federales, o en el Paso
express, que jugará un papel importante de aquí en adelante y, del propio
gobierno del estado, que parece haber entendido que si no se agarra a Acapulco,
como clavo ardiente, para mostrar orden y gobernabilidad, la propia figura del
gobernador estaría en riesgo, pues se sabe que ha perdido en control en el
resto del estado.
En este escenario no parece haber duda que Acapulco va
camino a retomar su sitio de relevancia turística, máxime cuando otros sitios
turísticos también han sido alcanzados por la violencia, sin que cuenten, como
si lo hace Acapulco, con la ventaja comparativa de su clima, su mar y...su alcalde
que ha sabido moverse en medio de la difícil coyuntura, porque, lejos de ponerse a llorar, se ha dedicado a
gobernar con visión más de allá de los insuficientes tres años de
administración.
Un alcalde que por fortuna no se ha lanzado a ninguna
campaña electoral anticipada, porque ha entendido que ante la gente, en este
momento histórico, su mejor imagen es su trabajo por hacer de Acapulco una
mejor ciudad, de mayores oportunidades. Y eso está haciendo.
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