TRASFONDO
Editorial
Al llegar a casi cuatro meses de trabajo e informar de sus
primeras 400 acciones realizadas, el presidente municipal Evodio Velázquez,
prácticamente nos adelanta lo que viene, pero ¿Va o no en el rumbo correcto?
El tiempo evaluado ha sido más bien una especie de montaña
rusa, donde quienes se subieron tienen que asirse con firmeza y al mismo tiempo
hacer cosas que le permitan llegar al final del recorrido, pero eso no es nada
fácil.
Por un lado se debe recordar que se recibió una administración
prácticamente desmantelada, sin dinero ni para los aguinaldos, importantes
calles y avenidas destrozadas, una policía preventiva sin certificar, casi
paralizada y sumamente desacreditada; un sector salud en ruinas, con, por
ejemplo, una unidad médico quirúrgica con sus quirófanos inutilizados; una
CAPAMA endeudada, al borde del colapso financiero y técnico y una burocracia,
además de con deudas, dividida, subajada e infiltrada por personajes leales al
que se fue y sin compromiso institucional.
El bono democrático para el presidente Evodio no era muy
generoso, pues su partido venia de un descrédito por lo de Ayotzinapa y una
marcada división de sus corrientes internas e incluso con algunas de ellas
abiertamente comprometidas con sus contrarios políticos de otros partidos.
De Evodio no se esperaba mucho, se le confiaba poco y la
impaciencia popular, tras el fracaso de la administración pasada, además de
ubicarse frente a un gobierno estatal priista, que, se sospechaba desde el
principio, trataría de asfixiar a la novata administración municipal, para irle
socavando su legitimidad hasta hacerla trizas.
El presidente era considerado un chamaco, por su edad. Uno
de los alcaldes más jóvenes que ha tenido Acapulco.
En ese contexto, hablar de 400 acciones construyendo un
nuevo Acapulco pareciera una osadía, pero la realidad es que si algo a
mostrado, es innovación y creatividad para cosas con poco dinero, equipo no del
todo leal y con entorno adverso.
Acapulco estaba hundido, al punto del colapso y a cuatro
meses se puede decir que no colapsó, que sigue vivo y que está sentando bases
para una recuperación económica que pocos esperaban que se diera.
La violencia, si bien continuó, no se incrementó y si en
cambio bajó el índice de delitos comunes, que hacen que se note la presencia de
la policía preventiva, en especial de la NUEVA policía turística.
Ese fue un acierto del joven alcalde, pero lo fue además el
delinear casi desde el principio una política de seguridad municipal y no
adoptar un sometimiento a quienes creen que el mando único es la salida, pero
en vez de consensuar buscan avasallar.
En el tema del turismo, no solo llama la atención la nueva
policía turística, que da una buena imagen, sino la creación de Zonatur, que no
es otra cosa que aprovechar todo lo que ya se tenía, pero con una coordinación
especial para dar a la zona turística el trato que merece para recibir al
turismo. Los datos de la ocupación hotelera indican que la afluencia no se ha
caído.
En el terreno de la salud, del deporte y de la cultural, la innovación
evodista hizo llevar a la calle, a las colonias y barrios, a los funcionarios
que en otras administraciones despachaban desde oficinas con aire acondicionado,
acercándolos a los usuarios de esos servicios.
Acapulco no es un paraíso, es más bien un duro reto aún,
para lo que resta de la presente administración, más aún con personajes torvos,
de poca ética política, que en el ocaso de su carrera en el sector público
acosan al nuevo gobierno, festinando incluso, como buitres, cada asesinato,
cada fuga de agua, cada bache, cada falla de algún funcionario.
El reto es no enfrascarse en un debate con los que se fueron
y dejaron mal al municipio, porque ellos no tienen nada que perder.
El reto es certificar a los policías municipales y
coordinarse con el estado y la federación, sin ser avasallados, para al menos
entrar a una situación de estabilidad que detenga el avance de la violencia.
El reto sigue siendo dar agua potable a la gente, dotar de
mejor alumbrado, recuperar la vía pública, retomar el control de la vialidad en
las calles, mejorar la atención en las oficinas municipales.
El reto sigue siendo tener un equipo leal institucionalmente,
dedicarse a gobernar, con eficacia y dejar al partido, a sus diputados y
regidores, la lucha ante ataques de otros partidos o ex alcaldes. El reto es
mirar para adelante y, sin duda, estrechar lazos cordiales con el gobernador
Héctor Astudillo, para sumar esfuerzos por Acapulco.
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