TRASFONDO
Julio Zenón Flores Salgado
Los comentarios escuchados ayer entre los periodistas que
cubren la fuente municipal en Acapulco que minimizaban la importancia del
cambio de partido de la regidora Linda Karina Ríos, que anunciaba su
determinación de dejar las filas del
PVEM, que la llevó a esa posición de gobierno, y para rendir protesta como
miembro de todo derecho del PRI, no tomaban en cuenta el significado entre
líneas de esa ceremonia en la que degustaron un desayuno a base de huevos a la
mexicana y chilaquiles.
Alguien de la mesa de prensa preguntó al aire que por qué
siendo una regidora sin trabajo político, sin organizaciones, sin trayectoria
política, sin más simpatizantes que su ex jefe, al pasarse al PRI atraía tanto
la atención y convocaba a una buena parte de los diputados locales y federales
y a los regidores del PRI, pero no al líder estatal, José Luis Parcero.
Para saberlo habría
que pasar lista de los presentes, desde la diputada Julieta Fernández de
Añorve, los diputados locales Samuel Resendiz Peñaloza y Pilar Badillo, así
como los regidores Emma Reyes, Rodolfo Escobar, Olga Salmerón y Luis Miguel
Terrazas.
Esa sola descripción induce a pensar que el paso de la
regidora del PVEM al PRI, es sólo una pieza de un engrane mayor que vendría a
fortalecer al tricolor, pero en particular a la corriente ahí representada, y
que, como se sabe, tienen la necesidad de sumar, ante lo que viene.
¿Qué viene? Ellos creen que la recuperación de Acapulco para
el PRI en el 2018, para lo cual faltan casi tres años, pero que para los
políticos pasan como un suspiro, máxime que en el triunfalismo en el que
navegan ahora los priistas que tiene de su lado al presidente de la República y
al gobernador del estado, la fila de los que levantan la mano para ser
considerados como candidatos a la presidencia municipal, crece cada día.
Hay quienes consideran, por ejemplo, que en esa fila se
volverá a formar el maestro Fermín Alvarado, quien ya volvió a las colonias y
cuya estructura se está moviendo; el líder cetemista Rodolfo Escobar Ávila, los
diputados federales Julieta Fernández y Ricardo Tapia; el ahora marginado Rubén
Figueroa, el magistrado presidente del TSJ, Robespierre Robles y off course, el
empresario Joaquín Badillo.
¿Capici? Esta deserción del PVEM permite ir amarrando un
polo que se mantendrá unido, frente a los otros que quieren, pero que no
estuvieron presentes y que tratarán luego de mostrar su propio juego.
La característica común en los asistentes, es su buena
relación con el secretario de acción política del CEN del PRI, Manuel Añorve, y
si ubicáramos en su justa dimensión a la influencia que la parte del PVEM que
se salió pueda tener, tendríamos que decir, que lo importante de su salida, más
que lo que pesen, es que se salieron de la influencia de la corriente tricolor
que originalmente los impulsó para restar presencia al candidato priista de la
elección pasada, y que jackomienza la era añorvista del empresario de la
seguridad privada.
Pero aún falta mucho tiempo y muchas cosas habrán de pasar
aún, para que alguien pueda decir que la tiene segura para el 2018. Veremos.
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