Astudillo se lleva los aplausos de damnificados en Venta Vieja

Foto Julio Zenón Flores/Trasfondo informativo

Y los aplausos se los llevó el gobernador Héctor Astudillo Flores. Largo rato, las palmas de las manos chocaron entre sí. Las manos callosas de mujeres trabajadores y hombres de campo, que apenas hace dos años lloraban la pérdida más terrible que han tenidos en sus vidas, cuando el vaso de la presa hidroeléctrica La Venta, apenas crujió, empujada por toneladas de agua que venía de río arriba y en pocos segundos estalló sobre las casas, iglesias, personas, árboles, animales, calles. todo se fue, con el agua, arrastrado hasta la zona Diamante de Acapulco, en una extraña especie de paradoja de la naturaleza, que juntó los escombros de las humildes viviendas campesinas y las depositó a los pies de los fastuosos edificios de verano de los hombres y mujeres más ricos de México, que vienen a veranear o a pasar fines de semana en ese paraíso.

Astudillo, sudaba, la camisa mostraba ya la humedad en los costados, cuando tomó el micrófono y se dirigió a los presentes, algunos cargando niños, otros curiosidad, unos más esperanzas.
De entrada, el mandatario envió una señal de cercanía al atribulado alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, al reconocerle por haber puesto el drenaje en esas más de 600 casas que se estaban entregando para resarcir el daño causado por la naturaleza, el 15 de septiembre de 2013.
Y luego se fue a buscar superar el acto del edil, para beneficio de los vecinos. Yo, dijo, les voy a hacer la carretera, desde san Martín Jobero, hasta Venta Vieja, unos ocho kilómetros de terracería actualmente, "porque ese polvo, está sabroso".
Con una inversión de 15 millones de pesos, agregó el mandatario. Para que estén felices. en su casas de tres recámaras, en sus calles,. y también en su carretera pavimentada.
Como no iban a aplaudir, esos hombres y mujeres, durante muchos años olvidados; hasta que la naturaleza les llevó la destrucción y el mundo supo que Venta Vieja existía, al pie de una presa de la CFE, vetusta, ya sin generar electricidad, ya sin rehabilitación, pero ahi estaba, arriba y sus toneladas de agua pesaban y acabaron con todo.
Nadie dijo nada de que las casas eran pequeñas, para una familia de la Costa 64 metros cuadrados son como nada, pero son también tres recámaras; solo Rosa Icela, cuando le dieron la palabra, dijo que estaban bien bonitas, pero que tampoco tenían muebles, que lo habían perdido todo.
Y el primero en responder que les iban a ayudar fue el anfitrión del evento, el presidente municipal Evodio Velázquez Aguirre, quien más tarde daría una muestra de alta política y enviaría saludos al presidente Enrique Peña y agradecería a Sedatu y, especialmente al gobernador Astudillo, quien le devolvió la flor.



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