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El nuevo gobernador de Guerrero y la rotación de élites

TRASFONDO

Por Julio Zenón Flores

Si es correcta la tesis de que falta de rotación de élites en el estado de Guerrero es uno de los combustibles que alimenta la continuidad de la lucha por la presentación con vida de los 42 jóvenes estudiantes de la normal rural Raúl Isidro Burgos, que fueron desaparecidos el pasado 26 de septiembre, junto a uno más que se confirmó hallado muerto en los restos presentados por la PGR junto a la versión de que habrían sido incinerados en una hoguera prendida en un basurero de Cocula, entonces el conflicto debería de comenzar a perder fuerza con el arribo del actual gobernador Rogelio Ortega Martínez.

Y es que si hay algo que da vueltas en la cabeza de muchos políticos y no políticos de Guerrero, es que ese conflicto surgido en la masacre de Iguala, contuvo la intención de la caída del gobernador Ángel Aguirre Rivero, señalado de llevar una vida disipada y de haber dejado el gobierno real en manos de sus familiares y de haber avasallado a las corrientes mayoritarias del PRD durante los procesos internos de ese partido para colocar a una mayoría de consejeros dóciles y con ello “agandallar” las candidaturas rumbo al 2015. Y no sólo eso, sino que controlaba el proceso de su sucesión también en el PRI, donde es público que impulsó a uno de los cuatro aspirantes a abanderar al tricolor. Asimismo, Aguirre ha estado presente desde que fue gobernador hace 18 años, acumulando fortuna y determinando rutas y carreras políticas, primero en el PRI, luego en el PRD y se había convertido, junto con los Figueroa, en las élites dominantes, sin dar oportunidad a otros grupos de poder, tanto perredistas como priistas.

De igual manera, aunque la PGR ha dado una versión de cómo los jóvenes fueron atacados, secuestrados por los policías de Iguala, ayudados con los de Cocula, entregados a un grupo criminal y luego desaparecidos o asesinados, no se ha dado una versión convincente del móvil de ese crimen masivo, precisamente contra estudiantes de la misma normal a la cual le habían asesinado ya a dos jóvenes dirigentes, en un bloqueo en la autopista del Sol, en la que estuvieron involucrados tanto policías federales, como estatales, que por cierto nada tenían qué hacer en un conflicto en una vía federal y eso sigue levantando suspicacias. 

Tampoco se ha llegado al fondo respecto de la participación de soldados y policías federales y estatales en los hechos, a sabiendas de que esos jóvenes eran vigilados estrechamente por las corporaciones y de que hay señalamientos de que la milicia sí participó, si no para evitar el crimen, sí, para sacar a los jóvenes del hospital donde se habían resguardado, lo que echa por tierra el argumento de que los milicos no se mueven si no es por órdenes y que por eso no ayudaron a evitar la masacre de esa noche siniestra.

Hay quienes dicen que efectivamente, se empieza a notar el desgaste del movimiento y que una vez lograda la caída de Aguirre, empezó a decaer. En lo particular no he visto eso, he visto en cambio un fortalecimiento de la solidaridad internacional y un intento de la prensa reaccionaria por convertirlos de víctimas en bandoleros, como ocurrió en su época con Lucio Cabañas, o con Francisco Villa o con Hidalgo, para dar cobertura social a una presunta represión.
Pero si estuviera presente el asunto de la rotación de élites, facilitada por quienes acordaron designar a Rogelio Ortega, una vez roto el poder de los Aguirre, entonces Ortega tendría que estar impulsando el fortalecimiento de un gobierno que rompa completamente con el anterior y eso hasta la fecha no se ve, salvo en áreas muy focalizadas como Salud y Educación, pero no en la administración ni en otras áreas donde es público que es Ernesto Aguirre, quien manda.
Tampoco se ha visto un fortalecimiento de la figura del gobernador formal, pues se ve que el poder real del manejo lo tiene la Secretaria de Desarrollo Social, federal, Rosario Robles Berlanga, y que en el nivel político sigue considerando demasiado al ex gobernador Aguirre y a su esposa la también académica Rosa Isela Ojeda.

El fortalecimiento político y económico de Rogelio Ortega es una condición indispensable para que se dé realmente la preparación del camino para la rotación de élites, esto es, que no puedan ganar las elecciones del 2015 los mismos de siempre. Eso se puede hacer con el respaldo del poder central de Los Pinos o con el fortalecimiento del movimiento social, en la primera opción se daría un cambio terso, en la segunda sería traumático y entonces sí se tendrían que al menos aplazar las elecciones.
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