Cuando el operador del pozo Raney de la Comisión de Agua
Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA), Aniceto Ascencio,
quiso ponerse a salvo de la creciente del río Papagayo que amenazaba con cubrir
por completo esa torre de 20 metros de altura, desde donde se bombea agua a la
zona turística del puerto, era demasiado tarde. El retraso en la información
sobre la magnitud del fenómeno hidrometeorológico, le obligó a pasar tres días
en lo alto del pozo, sin comida, tomando agua de lluvia y prácticamente sin
dormir, hasta que un helicóptero de rescate llegó por él.
Una semana después, el pozo Raney sigue sin funcionar y
con pocas posibilidades de entrar pronto en operación; ahora sólo tiene unos
seis metros sobresaliendo de la tierra, lo demás quedó enterrado bajo el lecho
del río, que, además, movió su cauce y ahora corre unos 50 metros a la derecha
de donde corría originalmente.
Como su compañero el pozo Radial, el Raney perdió en la
corriente los motores y los arrancadores, que son básicos para su
funcionamiento y aún hoy no saben las condiciones de las bombas, pues quedaron
enterradas y los técnicos e ingenieros, hasta el miércoles 25 de septiembre en
que se hizo esta visita, no habían podido entrar, en parte porque no se
terminado de retirar el lodo del acceso a las instalaciones generales del
sistema Papagayo I, ubicadas en el poblado de Aguacaliente y en parte, porque el
propio cauce del río no ha bajado su nivel y porque no se han repuesto las
canastillas (una especie de teleférico que transporta al personal por encima
del río hasta las instalaciones del pozo) que era el único modo de llegar ahí.
La tragedia del Sistema Papagayo I, es mayor, pues no
sólo se afectaron los dos pozos principales, el Radial y el Raney, sino que
además, desaparecieron los 15 pozos someros en operación que completaban la
dotación de los 1200 litros por segundo que eran enviado al puerto de Acapulco
a través del llamado Túnel Bajo, para dota del servicio a la zona baja de la
ciudad y principalmente a la zona hotelera.
De acuerdo con el operador del bombeo del pozo Raney,
Juan Delgado Hernández, los 15 pozos someros son pérdida total. Habrá que reconstruirlos,
desde cero, mientras que se necesita un dictamen técnico, en cuanto puedan
entrar los especialistas, de los pozos Raney y Radial, para saber qué se puede
rescatar. Comprar nuevos arrancadoras, renovar la instalación eléctrica,
rehabilitar o comprar bombas nuevas para poder estar en condiciones de enviar
agua nuevamente y no se atreve a opinar de plazos para eso, pues no está en sus
manos tomar decisiones sobre la reposición del material necesario.
En el sistema Papagayo II que abastece de agua potable a
la zona media y alta de la ciudad, así a las zonas de Coloso, Sabana,
Renacimiento, Zapata y La Jardín, los daños no fueron menores, durante las
lluvias del 14 al 16 de septiembre.
La llamada bocatoma, es como un recodo, un remanso de
agua que se jala del cuerpo principal del río Papagayo y desde ahí se filtra al
sistema de bombeo, pero con la tormenta tropical Manuel, esa bocatoma
prácticamente quedó sepultada por el lodo, mismo que a una semana ha sido
retirado en gran parte, por maquinaria especial traída por la Comisión Nacional
del Agua (Conagua); aún se pueden ver dos máquinas, de las llamadas “mano de
chango”, que se sumergen en el fondo lodoso de la bocatoma y sacan tierra negra
para permitir la absorción del agua a zona desde donde es bombeada, a razón de
más de 2 mil litros por segundo, hacia los hogares de los acapulqueños.
El problema es que las bombas, tras el paso del meteoro,
quedaron sumergidas no en agua, sino en lodo y hasta la fecha de este reportaje
no habían sido descubiertas aún, pese a que una brigada de buzos trabajan día y
noche con poleas y malacates para desazolvar.
Y eso no es todo. Los tubos donde estaban los motores, de
un valor estimado en un millón y medio pesos cada uno, aparecen solitarios. Los
motores de las bombas han desaparecido, pero afortunadamente no fueron
arrastrados por la corriente, sólo fueron cubiertos de tierra y retirados por
el mismo personal que coordina el ingeniero Luis López Ortiz, subdirector
técnico electromecánica, de la Conagua, junto con el ingeniero Jorge Vargas, de
la CAPAMA.
Los motores fueros “despiezados”, es decir, desarmados
completamente, explica el ingeniero Vargas, y sus piezas limpiadas una a una
con solventes y químicos especiales; algunas de esas partes tienen que ser
horneadas para que recuperen su función y después de eso se tendrán que rearmar
y volverlos a colocar en sus astas.
Le preguntamos si no era más rápido comprar motores
nuevos, dado que una ciudad no puede estar sin agua por días, pero nos dice que
aunque así es, no hay dinero para comprarlos. Y entonces uno se pregunta a
dónde, si no es al agua que es lo más importante para la vida humana, se van
los recursos que se están autorizando por la federación. Vargas comenta que
esos motores no los hay en Guerrero, pero si en Querétaro y en Guadalajara, si
no once , al menos dos o tres. El problema es el dinero. Ojalá no los reporten
después como nuevos esos motores rearmados.
Son once motores en total, pero hasta el miércoles
llevaban tres casi listos para volver a funcionar. Esperaban tener al menos
nueve para este sábado.
Eso, sin embargo, no garantiza aún el poder bombear agua
pues faltaría hacer la misma operación con las bombas sumergibles, cuya
situación aún se ignora, pues no se han sacado del fondo del lodo.
En cambio los once tableros de control, llamados
arrancadores, módulos de unos dos metros de alto por uno y medio ancho; esos sí
se perdieron por completo en la tormenta. La Conagua ya trajo dos y en los
momentos que se grababan estas imágenes, ya los colocaban en la caseta de
control, pero faltaban nueve. Había la promesa de que en la semana llegarían,
con lo cual la CAPAMA quedaría en posibilidad de bombear el vital líquido,
según todo indica, a partir de la semana próxima.
La esperanza inmediata de los acapulqueños hoy radica en
el sistema Chapultepec, ideado hace varias administraciones municipales y
comenzado a construir en la administración del ex alcalde Manuel Añorve Baños,
con recursos del gobierno estatal y concluido en la presenta administración
municipal, aunque aún no estaba listo para bombear agua, pues aún estaba en
periodo de pruebas y sin embargo, en la emergencia, ya ha ido echado a andar
por órdenes del presidente Enrique Peña Nieto, aunque su caudal es
insuficiente, pues apenas puede proporcionar unos mil litros por segundo, y
únicamente a la zona Diamante y cercanías. La zona urbana de Acapulco, no tiene
esa esperanza.
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